Aquí estoy mirando como es que cambia mi destino, aquí sigo sin saber que fue lo que paso, tanto que hasta la tecla del acento no me funciona.
He comprobado que me gustan las bancas de jardín, me gusta verlas ahí, decorando, existiendo en espera de que alguien se siente a pasar un espacio de tiempo que ella le pueda ofrecer, me gusta verlas tan monocromáticas y llenas de curvas, me gusta cuando son de herrería, me gusta verlas con una mesita junto para poner algo de beber, me gusta también que tenga una planta cerca para darle vida, algún adoquín y una buena, tranquila y reconfortante vista para admirar.
Adoro mirar las copas de los arboles y ver la luz del día atraversarlas cuando me muevo, me gusta que el aire las baile, me gusta el contraluz con las siluetas, las luces de la noche, la lluvia mojar las banquetas, la gente correr y tratando de existir mientras la vida sigue continuando, para nadie, mas que para si.
Las lamparas... como brillan, como se pueden mover; me gusta la soledad, ese momento tan eterno y fatalista como yo lo quiera ver, me gustan mis horas de cangrejo, ¿quien diría que esto pasaría? me gusta la soledad mas ahorita no me hace tanto bien, la vida sigue y yo tengo que seguir.
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